LOS MONJES
TRIBUNA DE ACTUALIDAD
En contra de los tópicos, cobrar a un moroso es más cuestión de maña que de fuerza.
Los profesionales del sector llegan incluso a contratar detectives para conocer los puntos débiles de su objetivo. Y no es para menos porque del éxito de la gestión puede depender la supervivencia de una empresa. No es la primera vez que un empresario ha tenido que cerrar por no tener al día su cuenta de acreedores. Por ello, dentro de la legalidad, se entiende: todo vale. Desde la visita perseverante al seguimiento del deudor disfrazado de las formas más variopintas.
Cuando se habla de cobrar a un moroso, se tiene con frecuencia el prejuicio de pensar en un matón, Esto, además de ilegal, es poco efectivo, El español es muy valiente. Si le amenazan o le pegan, no paga», comenta Nicolas Salmerón, director de El Monasterio del Cobro, una de las decenas de empresas españolas que se dedican a reclamar el pago de deudas.
La medicina del garrote, que exhiben las paredes de tantos bares, ha quedado, pues, obsoleta. Con todo. Hay que hacer constar que en el subconsciente de algunos gestores perduran ciertas reminiscencias. En las oficinas de El Monasterio del Cobro, por ejemplo, garrotes, no, pero tres escopetas dle colección, adornan una de las paredes, al tiempo que un acuario, ahora vacío, albergaba, cómo no, voraces pirañas.
La presión al moroso y la verdadera clave del éxito va, sin embargo, por otros derroteros. Dos son los métodos a seguir: la vía judicial y la vía extrajudicial. La primera además de lenta y costosa, no suele dar resultado. Por ello. los juzgados suelen quedar al margen, especialmente si el deudor de turno es previsiblemente ducho en triquiñuelas legales. De entre los métodos extrajudiciales, el disfraz es la forma más llamativa de atosigar al que no paga.
Se recurre a él en el caso de los llamados morosos recalcitrantes. Es decir, individuos que no quieren pagar de ninguna manera a pesar de estar en condiciones de hacerlo. Es entonces el momento de poner de manifiesto en su entorno social su verdadera calaña.
Disfraces para todos.
El atuendo de los cobradores abarca un sinfín de posibilidades.
El Monasterio del Cobro. idea surgida en el curso de una convención de la empresa Ejecutiva de Cobros e Impagados en el Monasterio de El Paular (Rascafría – Madrid).
La efectividad del disfraz depende en ocasiones de la naturaleza del deudor. « Es un castigo divino », espetó un cura gallego, el padre Miguel, al gestor con ropas monacales que se plantó delante de su casa para cobrar una deuda de unos libros. Al final, pagó. «Llegamos a hacer hasta diez seguimientos a una misma persona. Le seguimos a todas partes. Si entra en un bar con los amigos, nos quedamos en la entrada. Si se va a casa, nos plantamos en la puerta del portal informando a los vecinos de su condición. La cuestión es dejar bien claro en todo su entorno que debe dinero». aclara Nicolas Salmerón.
Una ayuda adicional para conocer al deudor son los bancos de datos especializados. Merced a la Ley Orgánica de Tratamiento Automatizado de Datos de Carácter Personal de 1992, los morosos pueden ser incluidos en archivos que las empresas consultan. Además, los bancos cuentan con el Registro de Aceptaciones e Impagados (RAI), dependiente del Centro de Cooperación Interbancaria, al que acceden antes de conceder un crédito.
Los gestores se llevan entre un 20 y un 30 por l00 de la deuda. Depende de la cuantía y de las características del caso. A veces aceptan no cobrar toda la deuda entera. pero siempre con el consentimiento del cliente. Y para pagar vale todo. Desde dinero contante y sonante hasta bienes de todo tipo que van desde fotocopiadoras, máquinas de colocar vías de tren, esmeraldas e incluso se ha querido saldar una cuenta con un kilo de cocaína, algo que, obviamente, fue rechazado.
La fama no siempre conlleva la honradez. Algunos archiconocidos empresarios son reclamados por clientes de estas empresas. El Monasterio del Cobro. por ejemplo, anda detrás de Mario Conde, José María Ruiz-Mateos, requerido por la empresa Lo Mejor de Ubrique; Carlos Saldaña, propietario del pub Arny, tristemente famoso por estar relacionado con la prostitución de menores, o el presidente del Atlético de Madrid y alcalde de Marbella, Jesús Gil y Gil, que ya ha sido avisado por los peculiares frailes.
En otros países este tipo de servicios no están tan desarrollados como en España. En el último congreso internacional de empresas de gestión de cobros, las españolas iban a la cabeza en cuanto a número de sucursales, seguidas de las francesas.
Cobertura nacional. La dificultad para mantenerse en el mercado es una de las características del gremio. Con frecuencia estas empresas aparecen y desaparecen de la noche a la mañana.
Uno de los secretos para conseguir cobrar una deuda es la información que se posee del deudor. En ocasiones se llega a contratar detectives privados. En los casos de morosos recalcitrantes que deben decenas o cientos de millones, o con estafadores profesionales, una estrategia que suele dar muy buenos resultados es investigar otros pufos cometidos por el individuo o la empresa en cuestión. Con esta información en la carpeta, bien se denuncia uno de escasa cuantía amenazando con destapar el resto o bien se le hace ver la conveniencia de saldar la deuda argumentando que el importe de ésta es inferior al de los delitos descubiertos.
Y es que el diálogo amistoso no suele dar resultado. «No debo nada», «No quiero pagar» o «No puedo pagar» son las tres contestaciones que suele recibir el gestor en sus primeras visitas. Desde el primer momento se intenta mantener una entrevista, pero los plantones son habituales. «Hable usted con mi abogado» es otra de las respuestas dilatorias más frecuentes, que el buen gestor elude haciendo ver la inutilidad de conversar con quien no tiene nada que pagarle.
Entonces, ¿como se consigue, finalmente, cobrar? «Si se tiene el grado de perseverancia requerido, las gestiones personales nos conducirán al cobro», explica José Félix Mora, director analítico de Ejecutiva de Cobros e Impagados en su artículo Gestión extrajudicial de cobros, publicado en el número 110 de la revista Estrategia Financiera.